IV. Paraíso

 


Paraíso

Un reflejo alcalino llega del fondo.

La cruda verdad de tu sangre consumida.

Un sorbo es suficiente para satisfacer.

Las puertas oníricas abren tu visita.

 

La talla de la raíz, la talla del vicio.

No hay paraíso que no sea un desquicio.

De un quicio has de sacar mi furia.

Atrápame en el augurio de tu ida.

 

Cristales cristalizados en tus espinas.

Las hemorragias imprecisas de tus arterias.

Tu rocosa actitud plasma tu destino.

Las piedras del peligro cierran tu camino.

 

¡Sluuuuuuuuuup!

 

Has tomado la semilla de mi destilación.

Ácido: mi fuente débil de tu impotencia;

Inútil: la escapatoria de mi propia ingesta.

Fetichista de un peligro de la pepa a la vista.

Olvídame, ignórame, quémame y destrózame.

La falsa satisfacción de una ilusa distracción,

Pero la putridez de ti se vuelve mi consomé.

 

¡Crac, crac, crac!

Vivimos destrozando una realidad,

Para construir nuestra propia verdad.

Consumimos en melancolía,

Para encontrar una alegría.

Deseamos más de una apatía,

Para reírnos de nuestra ironía.

 

La reserva de vitalidad escasea.

El motivo de una lucha cesa.

La espuma de tu boca nos asimila.

La acidez de tu cuerpo nos identifica.

 

Del suelo cae un costal de rocas.

Una probeta llena de etanol.

Las últimas sorbidas explícitas.

Me dejan exhausto de tu control.

Ya no existo, ya no te utilizo,

Dejamos un mundo lleno de testigos.

La idolatría de mis líquidos consumidos.

 

Ninguna utopía,

Ninguna fantasía.

Solamente un paraíso de pura penuria.


-Ricardo Antonio Mena Madera


Comentarios

Entradas populares