V. Inherente
Escondidos
en un arbitraje sempiterno,
Encontrando
una salida en un musgo extendido.
Un
escape imposible, latente de lo mórbido;
En
el centro de una sinapsis de lo eterno.
No
nacimos para ser libres de lo interno;
Vivimos
bajo un miedo sin distinción,
Un
distintivo que nosotros no elegimos,
Un
motivo del cual nosotros morimos.
Ser
selectivo para ti se vuelve trivial.
Sin
elección persigues a quien consideras rival.
Vives
buscando como divertirte de mi dolor.
El
mar entre miradas se profundiza sin albor.
Un
nido arácnido renace entre las dendritas;
Una
altura infinita entre el horizonte perdido;
Las
miradas de una fiera invisible mordaz.
Con
gran espacio en las habitaciones neuronales.
No
pienso más, no existo más.
¿Alguien
puede parar los ecos del chillido mío?
¿Quién
fui yo para vivir entre miserias patológicas?
Mis
ideas extremas piensan intensas;
El
alma desdicha aclama pavorosa.
Sangre,
sudor y lágrimas;
Mocos,
ácido y memorias.
Miserias,
inclemencias y vivencias.
Pavores,
ira y melancolías.
No
es una bendición haber sido así.
Fue
una crueldad poder seguir estando así.
El
tacto de mi mano se retuerce furiosa;
Siente
la mirada unísona de nosotros.
Miro
la forma asquerosa que me has dado,
Me
aborrece la forma de tu amor obsesivo.
Despierto
vivo una vez más,
Sabiendo
que, en lo profundo de mí,
Sigues
siendo algo inherente en mí,
Otro
día más.
Comentarios
Publicar un comentario