XXVIII. hecho trizas

 


hecho trizas

Peluches, cuanto amaría tenerlos acompañados conmigo:

Tan afelpados, tiernos,

Tan únicos y preciosos,

Sentía pertenecerte aún sin que tú me lo hubieras dicho a la cara:

Tenerte de dueño en todo deseo de un peluche que adora.

 

Éramos jóvenes, la nueva frescura de fábrica,

Como si de insecticida fuera me ahogaba de no tenerte cerca.

Cada vez que podía jalaba la cuerda que sacan frases vergonzosas,

Pero me crearon por defecto para estar contigo en tus grandes etapas.

 

Esto de telas caseras estarnos como horcas análogas;

Aspiración era para alcanzar tus mayores estándares,

Evolucionando mis métodos de cariño, para que seas mío sin condiciones,

Agujas en mi cabeza estimular para las estupideces aminorarlas.

 

Robándote la causa de mis mejillas ardiendo en chispas artificiales,

Me has dejado lleno del algodón de estas venas absorbiendo ilusiones

Que corrían por la emoción de tus brazos tener en mis propios pómulos,

Ahora solo me desgasto sacando todo el relleno que tú has incrustado.

En fin, la odisea de quizás comprarte un peluche de mis planes se ha alejado

Si al final recrearás otro a quien apreciar con tus pequeños hábitos afeminados.

 

Hecho trizas, descosiendo las mil suturas dentro de mí,

Sacando ataduras torpes que confundí con señales de tú amarme,

Persistía esa línea fina de una posibilidad en tus errantes comentarios,

La línea fina que ahora mismo descose mi cráneo de par en par.

¿Quizás era yo quien se dejaba llevar por los recuerdos?

¿Cuándo éramos pequeños y solo jugábamos con sonrisas, melosos?

Cuando éramos dos inadaptados de estar en una relación conforme,

Dudas cruzadas por el lío de pensar quizás todos los intentos degollar.

 

Te amé, y creí que con eso podría estar siempre contigo,

Ahora giro la cabeza e intento no toparte en tu camino por reniego.

Rosas, las que con muchos tintes de esfuerzo compré para suplicar,

Pinchos en las manos atravesándome y dejando huecos, no me dejaba matar;

Sé que ahora mismo era una misión suicida,

Aunque en juveniles perspectivas era una ofrenda.

 

Llegué a donde quería,

 Te tenía en la mira,

Las chances de cagarla no había,

Hasta que te vi con otras flores en la vía,

Otros ojos, otros labios, otra osadía.

 

Regresé chupando los huecos para no desangrarme,

Llegando a mi cuarto sabría que estaría por acortarme.

 

Ya no era el peluche que perjurabas con valdría;

Porque ahora eres el director de una nueva juguetería,

Basurero, los nuevos compradores, tú corriendo con nuevos productos.

Sé que no debería estarte culpándote con esto, pero me despedacé de muchos modos;

Culpo al exceso de dopaje cuantitativo que expulsaba como excrementos.

 

Estos botones negros que me dan atestiguamiento de los que percibo

Han escaneado lo que eras en claves que ni yo puedo descifrar.

Pelo arremolinado brillante rodearte como halos angelicales,

Esos ojos que de tanto verlos sentía mi glucosa aumentar, qué vulgar.

Queratina sobresaliendo de tu epidermis mística, centelleante.

Presentimientos de que fueras de todos lados, menos de aquí,

Pez fuera de agua que desearía derramar el río por mantenerte en mí.

Luego de tanto intentar,

Y de tantos años esperar:

Te volví a encontrar,

En el lugar que menos estaba por pensar.

 

Cuando nos reencontramos, todavía sentía el alfiler amenazarme,

Tenía la presión en mis hombros a punto de amputarme ambos para calmarme.

Recibiendo tu mensaje, de todas partes menos donde supuse.

Todavía seguías siendo el mismo dueño que antes, clamé.

Lo eras, pero ahora tenías un nuevo propósito

De por lo menos de mi tenerte con respeto.

Esa compañía que ambos había perdidos

Ahora se convirtió en el relleno de los huecos.

 

Fue un amor pretencioso por exigente obsesión;

Acarreando los intentos por tener tu atención.

Finalmente, puedo decir que no estoy muriendo,

Somos ahora peluches gigantes viviendo.


-Ricardo Antonio Mena Madera

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