XXX. anochecer

 


anochecer

(tic…)

(tac…)

(tic…)

(tac…)

 

Ojos en la ceguera de esta noche en vela,

Manos pérdidas estrechando la sábana,

Cuerpo pasmado en su velada nocturna,

Parecen siglos desde que el sol se ha desvanecido,

Mientras se cierran las cortinas para aparentar estar dormido.

 

Pies se mesan en compás en movimiento involuntario,

Dedos se entrelazan en una coreografía desvirtuosa,

Cabellos y rizos dejan sin vista las veces que se han perdido pensando,

Mientras aquellos ojos intentan mantenerse silenciosos en la noche.

 

Cuando el anochecer cae, todo se vuelve un escenario:

El proyector entre el iris se adueña para darse un gusto,

Mostrando mil y unas historias que su actor ha presenciado,

Teorizando las mil y unas maneras de mejorar una escena,

Son tantas cosas que cambiarían por vivir su final feliz.

 

Creando obras maestras, pasmado en el horizonte,

Parques, apartamentos, plazas,

Todo el mundo hemos visitado sin recordarlos.

Cielos, infiernos y paraísos

Hemos acreditado de visitar sin reconocerlos.

 

La ropa se compacta con la piel, casi adhiriéndose,

Lana de ropajes encabezando los visuales,

Eterno diciembre entre sus distintos patrones,

Todos esos meses impregnados como calcomanías,

Tan innegables, como muchas propias manías.

 

El tic tac se apodera en este pasaje auditivo, deleite aural.

(tic…) Contando tragedia,

(tac…)  Contando cada contienda,

(tic…) Corrigiendo como si fuera cualquiera,

(tac…)  Consumiendo las decenas de disturbios mentales,

(tic…) Calculando cada valor de tantos deseos impasibles.

 

En el espacio material

Todos los quizás

Se vuelven ciertos;

Todas las suposiciones

Se vuelven realidades,

Millones de dudas matinales,

Ninguna certeza nocturnal.

 

Cada minuto parece un nuevo distrito mental,

Mientras mayor te dejas querer por tus ideales inexactos

Es cuando por fin decides dejar tu mundo para mudarte a otros,

Inmensidades de futuros, muchos intrusos,

Carcomiendo en media boca los trozos de poliestirenos.

 

Llenar las paredes de escritos inefables,

Ni en la inconmensurabilidad de este planeta

Podrías llegar a escribir la tesis maestra.

Ni en el puntillismo del cielo estrellado

Llegarías a abordar los puntos de cada anochecer.

Ni en tintes fauvistas incrustados en todos lados

Expresarías en vanguardias los ideales que has dejado crecer.

Ni en luces que se abren hasta la infinitud de este universo

Llegarías hasta en todas tus capacidades simplificar como verso.

 

Comodidad donde mayor nos da la frescura nocturna,

¿Por qué no sacamos todo ahí para enfriar nuestras furias?

Cuando la tela se siente más ajena a otros

Acrecienta el sentimiento que todos deben lo mismo por nosotros.

Cuando el anochecer cae, todos sentimos inseguros de las sombras;

Sin darnos cuentas que nuestra propia sombra es la que nos acompaña,

En múltiples sitios donde la imaginación no llega en todas las vidas,

Es mucho mayor la oscuridad que brinda la luna llena,

Hipotermia aun con las mejores pieles,

Criogenizado hasta dejar sin calores.

 

(tic…) ¿Quizás si tanto se pudiera controlar los sueños

(tac…)  Sería la manera de conciliar las migrañas?

(tic…) Supongamos, ¿Entendería alguien el color vino

(tac…)  Mezclado en la blanca luna?

(tic…) Es cierto tener en tus pulmones todas las emociones estacionales,

(tac…)  Aun si la realidad te eclipsa todos tus potenciales.

 

El maldito demonio quizás,

Que ha quitado libertades a diestra y siniestras.

Vidrieros polarizados de mis dudas,

Salpicando la profundidad de mis cuestiones diurnas.

Idealizar todas mis opciones, aun efímeras;

Tan amado y odiado como el duelo en etapas.

 

Cuando mayor sentir es el hambre de carcomer sienes,

Se abre la filosofía nocturna de constante duda:

¿Salgo, o me mantengo aquí a salvo?

El suelo tan frío deja el sitio como refrigerador,

Y el olor de tu sudor nervioso a queso tendrá sabor;

 Cuando el tic tac pasa de largo el tiempo,

La simpatía a la luna va siendo creciente.

 

Cuando el anochecer se desvanece, se cae en polvos celestiales,

En cuenta de darnos con las serendipias omniscientes,

Las luces de un nuevo comienzo nos abren desesperantes

Para dejar este sitio con sombras de diarios memoriales.

 

Luego…

 

Siempre me pongo a pensar eso en todas las noches

Y supongo que tu tal vez igual lo habrás hecho desde entonces,

Nos inmovilizamos con la conmoción de tener que soñar nuestros errores.

Terrores nocturnos acobardan hasta los cruentos temores,

Sintiéndonos presa de la inexactitud de la roja noche por eones.

Eones esfumándose cuando la cabeza cae en los almohadones,

Dejando que todas las presiones se mantengan en estas habitaciones,

En todos lados, excepto en mis closets.

 

Bueno, el tiempo mío ya no es,

Solo queda desear buenas noches.

Y esperar que el anochecer vuelva otra vez.

 

(tic…)

(tac…)

(tic…)

(tac…)


-Ricardo Antonio Mena Madera

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