XXXI. la vida dentro de mi cabeza

 


la vida dentro de mi cabeza

Nos jactamos de imbéciles creer a todos simples diccionarios:

Fácil de hojear y resumir en simples géneros y atributos.

Aunque siempre lo decimos por adjuntarnos falsos logros.

¿De verdad me hojeaste mi propio tinte? Sí es así…

¿También de la vida dentro de mi cabeza, la de aquí?

Déjame mostrarte, entonces…

 

[…]

 

¿Qué ves?

Dime la verdad;

¿O es que acaso todos estos lotos no te dejan ver?

No es mi culpa, siempre han estado aquí, ansiosos;

Entre muchas comillas, para verme crecer,

Para la verdad directa, verme en ojos cerrados.

Ni siquiera es posible retractarte todo lo mío;

Fauna inmunda siempre se adentra para hacerse sitio.

A costa de tomarse toda la vitalidad;

Para hacerme su completa potestad.

 

Andando, caminando, anonadado;

Cualquier sentimiento es bienvenido,

Mientras dejes espacio para este sofoco arbitrario,

Nadie aquí ha logrado estar en mi lugar, todo lo contrario;

La vida aquí es igual e indistinguible, casi extraordinario;

¿Pero es normal estar entre punzadas mientras estoy afuera?

No lo sé, nunca conocí toda aquella mente de propia autoría.

 

Has tomado los caminos más raros;

Adentrándote solo para hacerte de mis datos.

La interferencia de estar aquí, por tanto rato;

La estática de vivir aquí por tanto rato

Ni en tantas memorias podrás concordar

En el laberinto memorial para desorientar.

 

Cuando mayor era mi flujo de bilis;

Era en ese momento la libertad de desbordar este embarcamiento,

Ahora que no puedo entender ni mis mayores realidades;

Estoy siendo socorrido por tus propias manos.

Verdosas, asquerosas, repugnantes:

¿Así me veo para ti, es ese mi verdadero cuerpo?

Ni idea, es la vida dentro de mi cabeza;

Hago de todo, menos poder brindar por esta sinvergüenza.

 

Ahora entiendes mejor toda esta travesía personal;

El desorden del caos, la insignia de tu actitud,

El orden del acatamiento irreal, propio de la ineptitud.

Mi cabeza es todo, menos la razón de pensar todo el régimen antinatural.

 

Freud, mi mayor amor platónico.

¿Quizás él encontraría significado a todo este sueño?

Ni siquiera estaría seguro de poder darle un raciocinio,

Al fin y al cabo, ha vivido siendo alguien sin escrúpulos.

No le busques algún sentido a estar dormido sobre pensando;

Solo recuéstate y disfruta mi experiencia neuronal,

Mi disfrute es todo, pero menos mi experiencia a esta vida brutal.

 

Atravesaste todos mis obstáculos;

Cuando mayor estás en el propio campo

Es más perceptible tu caída hacia el mismo universo.

El final de esta locura ha empezado;

El derroche de sensatez ha terminado,

Bienvenido seas a mi verdadero estado.

 

Entrañas y más bilis van cayendo al fondo;

De este nuevo embarcamiento te has vuelto un capitán,

Dirigiendo mis propios actos volitivos a tu desdén.

¿Te convertirás en tu propio comandante,

O serás mi próximo vestigio andante?

Bosquejos, haciendas, ciudades has atravesado;

En un abrir y cerrar de tus latidos mi vida de largo has pasado.

En mentiras, creencias, mierdas te has impactado;

Discretamente, estarás ahora de mis manos pensando.

 

Atravesando ahora estás de mi propia piel;

Tan cristalina como toda la verdad de mis propios pies;

La debilidad de estar siendo explorado en todo su esplendor;

Esa irónica necesidad de querer el yo real sacar en todo su hedor.

Exprimir mis lujurias; azotar mis injurias, casi tan idílicas.

Y demostrar que soy todo menos lo que tú pienses;

Intenté cambiar para ser lo que tú desees:

No soy una bola de discos;

Solo yo, el vidrio en mil pedazos.

 

Vista al desnudo de mí, tan delicada a la par de mis pupilas.

Con mi cuerpo en dagas a la mayor filosa de los rosarios.

Táctil entre el miedo de tus crímenes al soltarnos.

Coexisto por estar a la espera de un ropaje de todos mis poemas.

No estarán vivos, pero vida me traen como sangre en animales.

Tu líquido fascinante para darte la rabia de hacerlos mis cazadores.

 

El camino adelante se siente solitario;

Abrir ansioso estarás del lascivo envoltorio.

Flores; en el pudiente dolor de estar en su velatorio,

La estática, tan pudiente como para darte un escalofrío.

Adelante, gran explorarme de tu prepotencia

A buscar lo que arrepentirás saber de las carencias.

 

Cuando la ruta llegaba a su final, por fin estabas respirando;

Más helio, menos oxígeno, cosa de locos.

Bajas más, hasta la inmundicia, y lograrás llegar,

Al final podrás encontrar todo lo que querías desde ratos.

Y cuando por fin con tus propias manos mantenías el libro;

Todo estalló como implosión profunda en mi cerebro.

Llegaste lejos; más allá de mis entendimientos,

¿Es lo que buscabas, no es así?

Pues entonces espero no verte más aquí.

Te detesto en todo, menos en forma astral violarme.

 

De mis odios se expulsan lo que me acostumbraba por flojera;

Aun si fuera el cáncer benigno de guardar tanto

Aun si el paso final llegara a desenfundarlas en la hoguera.

Son cenizas que se insertarán aún volando por lo alto;

Se han cubierto de la reacción por aislarse en mi cabeza.

 

Ahora dime directamente a mí ojos:

¿Es la verdad lo que tanto buscabas

O dejarme un escrutinio como balas?

No lo sabrás, nunca quizás;

Porque al final nada más conocerás.

Será mi secreto, ¿entenderás?

Al final, la llave está justo donde debe estar,

En mis propios sesos para que no llegues a hurgar.

 

La vida dentro de mi cabeza:

Ella misma tan enigmática;

Como jodidamente problemática.


-Ricardo Antonio Mena Madera

Comentarios

Entradas populares