XL. muchas veces

 


muchas veces


El verano me impacta como nostalgia,

Tiempos pasados, pero que duelen en el presente.

Son los traumas de tanto perder a mi gente;

A quienes amaba, a quienes cuidaba y protegía,

Y que dejé en el campo minado por no saber dirigir,

Como a la dirección de mi desenfreno a todos desear en mi existir.

 

¿Recuerdas el diluvio apocalíptico del día después?

Cuando nadie salía al campo, el miedo reinaba;

Todos desconocidos, pero con un mismo objetivo.

Y, aun así, me intentaste ayudar aunque no fuera el mejor por merecerlo.

Aunque con mucha pena no quería mostrarte de donde llegaba mi hemorragia.

 

Destinaba apoyo hacía ti como primeros auxilios,

Te brindaba cualquier suplemento para tú no estar con los exiliados.

Nunca me lo cobraste, nunca te arrebaté esa humildad,

Pero siempre me pedías más sin verme como alguien sin responsabilidad.

Sitio fútil, en el vapor de la tensión empezamos a estar condenados.

 

Tú y yo, dividiendo nuestros territorios;

Socavando la poca clemencia de la propia guerra,

Trincheras que creamos de la sangre que nos manchamos,

Entre pactos y muchas cartas, nos odiábamos.

 

Muchas veces deseé ver más allá de nuestras capacidades,

Muchas veces admiraba embelesado todas tus habilidades;

Muchas veces quise decirte lo mucho que presentía de nosotros,

Muchas veces lloraba entre pasillos pensando que nos perdimos.

Muchas veces te afirmé que esto sería la última razón para distanciarnos.

Muchas veces dejé en tregua nuestros combates internos por alegrarnos,

Y muchas veces quebré iracundo las astas pacifistas que dejamos.

 

En el campo de batalla, tú y yo aquí vigilando;

Mientras guardábamos distancia en toda la base,

Estamos intentando quizás mantenernos seguros,

En la espalda te dañé con las granadas que provenían de mi boca,

Casi desmembrado dejé todo este lazo invisible deshacerse,

Cuando por fin éramos libres uno del otro, serios,

Pocas palabras, el eco del impacto de este daño.

Fue ahí donde supe que no hicimos más que estancarnos,

No sabía que decirte a los ojos, estaba manchado.

 

Poco tiempo después, la guerra había acabado,

El humo de esta derrota en nuestro campo estaba encadenado;

No volví a desearte una amenaza, tampoco un regaño,

Solo pensaba diario, trasnochando, cuanto te había engañado,

Y como acto de misericordia, el tiempo se cerraba en mis propios ojos;

Hasta que regresaba al inicio de nuestros percances en destrozos.

 

Parálisis sentía como si balas de fúsiles me hubieran deseado acabar,

Difícil de conmoverme, difícil de poder yo moverme;

Esta cama se había vuelto mi refugio temporal,

Para poder nunca más ocasionar otra forma de sentirme inmoral.

En los pasillos donde nos conocimos, donde coincidimos;

Sentía la vibra de una implosión personal decirme que nos rendimos…

 

Pero yo nunca quise darme por vencido,

Estaba decidido a poder contigo sentirme querido,

Como cabos en su propio ritual de iniciación;

Como camaradas de vida estar en eterna conciliación.

 

Peleé perdiendo mis estribos,

 Casi dejándome sin motivos.

Guerra mundial entre todas mis emociones,

Casi me consumía como cadencia de rifles.

 

Primeros días, el nacimiento de una alianza,

Muchas conversaciones, intenciones de acciones.

Nuestros ademanes, nunca llegaban a ser escasos,

Pocas veces me había sentido encontrado como nuevo mundo,

Y tú habías conquistado mis oportunidades a ser mi nuevo avalado.

Yo vivía la época dorada de hacerme sentir con el ánimo a hacer todo,

Nunca pensé que todos nuestros combates harían desangrarte poco a poco.

Indicios de una futura barrera que tú habías considerado como algo loco.

 

Que recuerdos aquellos, diría yo,

Mientras entre mis manos atrapaba el flujo de la regadera,

Dejando recorrer mi sangre azul hasta lo cerca del vacío,

Rememoraba mucho todas las cosas con las cuales nos vinculamos:

Nunca regresando, una reflexión de todo lo que diera

Siempre aguantando, resguardado en la baulera.

Muchas veces había intentado a ti mostrarte lo que era;

Sin pensar el daño ocasionado de presionar por aparentar.

 

Pleitesía pura, condescendía indecente;

Te dejaba mayor cargamento,

Dejando todo para quitarme todo peso.

Estabas intentando hablarme,

Pero nunca deseé darte una razón para dejarme,

Y cuando la encontraste, no me atreví a decirte,

Porque no esperé que tu palabra fuera pertinente.

Te fuiste, y nunca me volviste a reconocer como comandante.

 

Este filme seguía, nunca paraba,

Ahora en la velocidad sónica de una bala

Somos distintos frentes de batalla.

Ambos armados, ninguno enfocado.

El tiempo paraba al darnos la posibilidad de dar el primer deceso,

Pensando quien disparará primero, aterrorizados,

Mentes maquinaban el retorcido pensamiento,

Pujos de amagos por apretar el gatillo.

Quien disparase primero sería el culpable,

Pero luego el otro arremetería y se volvería imperdonable.

 

Y mientras todo pasaba en nuestros ojos marcados,

Ambos disparamos al mismo tiempo como desquiciados;

Estaremos desangrándonos, mucha sangre,

Pero supongo que moriremos de coraje:

Ambos anotamos el golpe de gracia

A este conflicto desatado en desgracia.

 

Muchas veces intentaba comunicarme contigo,

Muchas veces me jactaba pretencioso a no intentar algo.

Muchas veces postrado dejabas en nuestro camino el estrago.

Muchas veces por juramento no me volvía enemigo;

Muchas veces con tus negaciones me caigo.

 

Mientras dejo vaporizar este calor en mis entrañas,

Percibía como epifanía tu aura entrante,

No podía perder la oportunidad, debía hacer algo,

Extraer todo lo que alguna vez fue estar juntos,

Y decirte lo mucho que eras para mí, lazos mutuos.

 

Desenfundé los periódicos de aquellas épocas,

El polvo se esparcía y se juntaba como piezas,

Muchas uniones, demasiadas destrucciones;

Era el orden en este caos que dejamos como antecede.

Abro nuevamente nuestro diario, los álbumes.

8 de marzo, 13 de febrero, 16 de agosto.

Memoriales rasposos de batallas históricas.

Mientras contemplaba tus marchitas cartas,

Muchas muecas de incertidumbre crecían en mis mejillas.

Y nunca estoy seguro si te dejé ir

O fuiste tú quien se decidió retirar.

 

Pocas veces querías abrir tu baúl para mostrarme,

Pocas veces exponías todas las marcas que te dejaron otros,

Pocas veces el sentimentalismo les ganaba a tus estrategias,

Pocas veces abrazabas tus suturas al dejarte tan dañado,

Pocas veces punto por punto entre tus cartas me dejabas,

Pocas veces un punto final a toda nuestra historia ponías,

Pero muchas veces me dejabas reconfortarte como vendas.


-Ricardo Antonio Mena Madera

Comentarios

Entradas populares