LVII. La Primera Vez
La Primera Vez
Las veces que me han dicho que la primera vez
es increíble,
Repetidas a la par de caras extasiadas para
hacerlo creíble.
Decidí hacerles caso para callarlos
Y utilizarlos por ver lo posible de nosotros.
La primera fiesta,
La mejor experiencia.
En el capó festejando
Con nuestros dedos manoseando.
Deseándote las mejores felicitaciones,
Bebiendo en nuestra vida efímera de
celebraciones.
Era la cita ideal, el cumpleaños ejemplar;
Hasta que decidimos conducir por explorar.
Perdiendo la mirada de las maravillas
tropicales,
Conociendo la ciudad, conociéndonos con el
contacto,
Los límites eran la raya entre la realidad y
la ficción;
El delgado límite de conducir ebrios por abrirnos
camino
En la curiosidad de sentirnos más cercanos de
la pista.
Retrocediendo sin dar la vuelta de nuestra
decisión impartida.
Llantas quemadas de nuestro viaje romántico;
Prendiéndonos a la par de la llama de la
gasolina…
Por el ardor intransigente del sol en la
colina.
La playa en su esplendor ilusorio de paraíso,
La primera vez que iría con alguien más que
conocido,
La primera vez que disfrutaría teniendo tu
aliento.
Mi luna de miel ideal.
La primera vez que nos sentamos en la blanca
arena,
Mismo momento de tus pequeñas mentiras
blancas.
“Ahora te traeré los mejores olores
afrodisiacos”
Decías mientras te alejabas de mi vista
sofisticada.
Un minuto… Diez minutos… Primeros disimulos,
Pero no tenía alguna excusa para no
sospecharlo,
Sin más, me recostaba con el llamado de las
gaviotas.
En mis adentros, sentía que tu cumpleaños
sería la primera vez
Donde por fin tendrías alguien más con quien
poder crecer.
Con quien amar, con quien cenar, con quien
estar,
Por fin la luz llegaba como horizonte en mi propia
vida.
Pensando estar contigo de aquí hasta la
vejez.
Llegaste sudando, casi exhumando tus líquidos
“Era el sol que me acechaba de tanto buscar
lo mejor de los dos”
Me admitías con el papel en mano,
Manchándote con tinta por cada lado.
“Es la mancha de las chispas entrando a mis orificios”
Exclamabas abriendo tus brazos para darme
calor;
El olor a otro perfume incrementaba mis
sospechas al por mayor,
Pero te defendía con el hedor de esos olores
de nuevo color;
Esos colores que mostraste mientras el
atardecer se ocultaba
Pensando la primera vez que nos conocimos en
un bar.
Tus huellas que me inculcaste en mis
hombreras,
Desquitando mi fina capa de gentilezas,
Viendo en corto la noche llegar;
Restregando la arena de tanto desear;
La tinta cayendo en nuestras toallas,
El sentimiento de dejarnos a secas.
La primera vez que estaríamos tan cerca.
Feliz cumpleaños, decía yo, durmiéndonos,
Esperando que mañana siguiéramos estando
enamorados.
La calma de esta playa en su silencio
No se asemeja a tu latido con el mío.
Despertamos, y cambiaste como el oleaje en
colmo,
Acercándote, diciéndome todo lo que quiero
escuchar;
Para luego alejarte y ni dando el intento de a mí alcanzar.
La primera vez sintiendo la frialdad de las
aguas en la mañana
En la red áspera de la arena entre mis uñas.
No me diriges la palabra en todo el
transcurso a casa;
Es como si el mar se llevará tu caja
torácica,
Como si la playa se haya llevado el carisma
de tu carcasa.
Solo cambias tu dirección mirando el teléfono,
O viéndome sonrojarme de la vergüenza de no
agarrarte en mano.
No sé si me odiabas por someterme,
O de que tu cumpleaños haya echado a perder.
Llegamos, y solo me sacaste en puros
resentimientos.
“Que nadie se entere o dejamos esto por
terminado”.
No sabía cómo dirigirme al respecto, así que
solo me alejé,
La primera vez que lloré sintiendo que te
dejé.
Esperé y esperé, con el milagro de verte de
regreso
Con la personalidad que yo de ti merezco.
En la ventana viéndote hablar,
Riéndote sin parar.
No podía dejar de pensar,
Que solo fui para desechar.
Y ahí fue la primera vez…
La primera vez donde me quedé parado en tu
puerta
Esperando algún posible chance de tu
respuesta.
Visualizando tu felicidad con mi cariño en
falta.
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