LXI. Besos...
Besos...
Empezó con una cena en las luces de
estas calles,
Ambos con el vino en mano, los nervios en
manteles,
En inciensos y aroma de esta virgen ciudad
No podía dejar de mirar tu integridad
En el rojo carnoso que veo en tus labios;
Como si de un punto fijo fueran estos.
Hablamos, pero nada escuchamos;
Comemos, pero no masticamos.
La carne del bufete deja de ser jugosa
Si la tuya propia no es la sorpresa,
Esa grasa; esas malditas ricuras
De sentir el mordisco en tus curvas…
Tan nutritivas, tan adictivas.
Los abrazos se derivan en besos,
Del restaurante a este apartamento;
No dejamos de chocar caras, de estarnos
comiendo
Llevándote mi boca completa de un bocado;
Casi como caníbal desatado en Alemania.
Ese aroma que desprendemos por estar tan
cerca,
El mismo que nos guía a mandar a la mierda la
ética
Y hacernos los raros en un lugar más privado.
Las ventanas serán nuestros testigos;
La cama dejaremos como la escena de crimen,
No importa cuánto rojo caiga en las paredes
Mientras me mantengas hipnotizado con el
sabor de tus labios;
Estos besos me han contaminado más que los
materiales
Del labial con el cual me has atrapado con
esencias.
La luna llena, las ganas cayendo de cadenas;
En este sitio podemos dejarnos llevar
Sin esperar que alguien nos llegue a parar.
Esos labios tuyos, esos pares que deseo
besar;
No importa cuán guardados ellos quieran estar
En esta noche rojiza estas se dejarán desear.
No decimos nada, hacemos todo;
Los quejidos por frotarnos que abundan,
Resuenan, reverberan.
Ese labial que lo empezó todo,
Se ha desaliñado,
Maldita sea todo lo falso
De no tenerlo en mi brazo.
Como marca permanente,
Como territorio con perteneciente.
Si todas las citas resultarán ser iguales,
Aquí estaría todos los días para tenerles.
Tú, y los besos que tanto me des.
Esto es amor, es el tocamiento que tanto prohíben:
Uno da, Otro da, y ambos reciben.
¿Serías feliz si ambos tuviéramos el mismo
deseo?
¿Me amarías si pudieras tenerme contigo en tu
apogeo?
La noche es joven, dejemos la mente brotar;
Habrá mil y una maneras de hacerte volar,
Una de ellas es que me dejes a mí siempre
besar.
Y seguimos, seguimos, seguimos...
Locos en calles de Venezuela buscando
alimentos,
Así de excesivos estamos transmitiendo.
Todo inicio tiene su término,
Y el nuestro es caer rendidos.
No importa ya, ambos cedimos;
Ahora sí, ya nos damos por servidos.
Con tu símbolo de culpa en mi brazo
Y mis dientes impregnados de tus rubores
Puedo dejarme morir con así desearlo,
No importa noche y día,
Aquí estaré como alegoría
Para darte el mayor de los placeres
Cuando estén llegando a perecer atardeceres.
(…)
O eso te diría, si eso hubiera pasado,
Ahora aquí en la cárcel estoy arrastrado.
Con mi número de preso en mi brazo
Y las manchas rojas de mi altercado
Si algo pudiera decirte ahora mismo:
Lamento despedazarte a mordiscos
Por confundirlos de hambrientos besos.
-Ricardo Antonio Mena Madera
Comentarios
Publicar un comentario