LXIII. Lavando Platos
Lavando Platos
Esta casa que procuramos como un hogar,
La que vio tormentas y nevadas adentro suyo.
Se siente extraño cuando esto se acabó,
Un clima monótono abunda en cada rincón,
Y admito que no estoy listo para verlo
terminar;
Incitaría con gran impulso poderlo reanimar.
Ahora los hermosos cristales que compramos
Se han empolvado de contar extensas experiencias.
Siempre con los mismos protagonistas en
mente,
Reviviendo el hedor de madera tosca cuando llegamos,
Me dejas caer, y no me intentas levantar ni
siquiera,
Si estos fueran los inicios de antaño, tú me levantarías;
Pero te quedas mirando si yo mismo supiera
hacerme cargo,
No quisiera despedazar prepotente más platos por desahogo
Estoy harto de tu caminar tan pesado,
Igual lo estarás de mis suspiros que rellenan el oxígeno.
Adoraría regresar a tus formas de atarme,
Pero me engatusas ahora en halagos poco reales.
¿Dónde quedaron las dulzuras que yo ansiaba?
Solo te fijas en mis errores,
Cuando antes me apreciabas sin temores.
Ahora soy un extraño en el mismo techo
Que tú has dejado entrar para darte provecho.
A este punto solo cuchillos y tenedores
Llegarán a abrirte más tus percepciones.
Será así la forma de hacerte volver
Como el esposo que dejó por mí de beber…
Juramento que se desmoronó en tu disfrazado alzhéimer.
De tantos tiempos que hemos atesorado
Es extraño vernos ahora en el mismo lado.
Solo comes y me dejas los platos,
Yo los lavo, y siempre lo hago;
Pero tú solo esperas acechándome consumar algo.
Es demasiado difícil cuando ni mí mismo
lavaplatos
Reluce esa sonrisa blanca que rebosada hace
años.
Callejón sin salida, territorio sin luchar.
En un sitio donde perdí todo, ahora nada por cual pelear.
Prepararía los mejores cubiertos para afilar
Esta bayoneta para romper las paredes,
Sacar a relucir los azulejos que encapsulan.
Fácil es para ti hacerte el dañado en las batallas;
Pero yo aquí lavando platos he librado peores luchas,
Y una de ellas es limpiar nuestro historial.
Apócrifo sería admitir que esta casa nunca
fue dorada,
Ilusión te diría si me amenazaras con
quebrarte la cabeza.
Salas que llenamos con recuerdos, con
maceteros,
Sitios postrados en tiempo que ahora se nos
escapó,
Nunca regresarán, y quizás lo que
aparentábamos solo huyó.
Ahora solo esperamos en el rincón del oscuro
sótano,
Siendo rescatados por lo que sea por estar
sanos,
Lo indispensable para mantenernos de aquí
alejados;
Más lo piensas, más lo deseas
Y aparecemos de regreso en estas sillas,
Viéndonos crujir como astillas.
Si destrozara todos los muebles, todo nuestro
escenario,
¿Sería suficiente para que tengas mi presencia
en esos ojos?
Pienso que lo serán, me miento pensando que
así será,
Pero se han cristalizado de tantas
quebraduras por toscos.
Ahora limpio el escusado, todo sucio de
estarnos aguantando,
Eres tu en este momento el excusado de todo pleito agravado.
Toda esa suciedad que llevamos atascado, ¿es normal?
¿Podemos admitir que ahora debemos liberarnos?
Así quizás dejaríamos por una vez algo limpio de todo este
albedrío
Quizás buscando en otros cuartos alguien para
un trío:
Tú, yo y este reloj que me ha mantenido
atraído.
Lavando platos, aquí por imbécil,
Supe que fui demasiado empático por tenerte junto,
Supuse con ello llegaríamos a sentarnos en el
mismo asiento;
Únicamente lo hacemos cuando este espacio se
vuelve compacto.
No aguantamos más, pero aquí seguimos sin
más,
Es una mierda, como nosotros, pero de algo da
Estar tantas vidas desperdiciando por tu
hiedra
Con el punto de desintegrarme para dar paz a la casa,
Si te dijera que este bosque que nos rodea
está embrujado,
¿Me creerías lo suficiente para escapar contigo a tu lado?
-Ricardo Antonio Mena Madera
Comentarios
Publicar un comentario