LXII. Cosas
Cosas
Nuevamente me cuestionaba si estaba a gusto,
Registraba mis sonrisas, enumeraba mis risas;
Todo se conjeturaba, pero luego recordé que
no valdrían nada.
Si soy bueno en algo, nunca debería hacerlo
gratis,
Así que capitalicé cada indicio de química
cerebral.
Y es cuando te vi, y pensé dejarte sin
“profits”
…
No me juzgues, leí de una revista
espectacular una tesis
De un despalmado que se hacía llamar experto
en ingresos,
Y tú, vaya, serás mi fijación para inflarte
en todos los gastos.
Así que, para equilibrar la balanza, venderé
etiquetado mis “obsequios”
Peluches, fotografías, rompecabezas.
Libros, libretas, pelotas, figuras.
Pulseras, plumones, tizas, crayones.
Cuentas, saldos, archiveros, estuches.
Pegatinas, cartas, anillos de aniversarios,
Muchas recompensas valiosas de tantos.
¿No son reliquias excitantes para ti
O es que acaso todavía son insuficientes para
ti?
Casa, coche, cuarto;
Habitaciones, cocina, baño,
Pisos, paredes, techo.
Un lugar familiar para darte esa conexión,
Tantas cosas te darían sin pensar,
Casi una ganga de lo tanto que estoy por dar
Como para que tú solo decidas donar.
Si tanto significa para ti robar,
Entonces déjame de ti todo tomar.
Tus derechos, tu potestad, tu patria,
Tu casa, tus bienes, tus muebles.
Tus amigos, tu familia, todos tus perros,
Tus riñones, tu corazón, quizás, tus huesos.
Tus ojos, tus pelos, tus papilas.
Si tanto tienes para estar de ahí jodiendo,
Entonces no me estes a mí endeudando,
Firmemos un contrato mutuo, en blanco papel,
Y lárgate de estar en las condiciones en
negritas.
Aquí llega la orden de aprehensión con tus
escritos egoístas.
Si dejamos a la suerte tus bienes en mi
hacienda
Saldarías tu hipoteca introduciendo tu
ingreso en mi ventana.
No siento remordimiento por darte lo que
quisiera tener,
Me deja imprevisto que solos desees
exprimirme para vender;
Yo con el sueldo banal te pondría hasta en el
mejor hospedaje,
Pero ahora solo me limpio todo lo que lloré
con billetes en desplomo.
Me darás todo, o yo atracaré cada parte tuya
que sea de tu propiedad;
No deberías tener miedo si diario vives esto
pero nunca lo críticas,
Vida moderna, el valor de la realidad que cae
en fetichistas por monedas,
No hay mejor saldo con el cual pagar que la
virtud ajena por viabilidad,
Entonces, ahora te diría que tu deuda sería…
Tu virginidad, tu humanidad;
Tu resiliencia, tu consciencia,
Tu raciocinio, tu sentido común,
Tu tacto y contacto, tu aparato.
Tu amor, y eso como propina de servicio;
Lo que rompes, pagas, ese es un vicio
Donde caemos por simple beneficio
A la duda desde el principio.
Cuando el aire te abate y despelleje tu piel,
Es cuando mayor arrepentimiento tendrás
De haberme asignado deudor por tu extasis
pagar.
Ni la empatía podría salvarme de sentirme
apenado,
Desde el inicio era yo quien saldaba por
brindarte un acomodo;
Ahora tu mundo queda mejor en mis esquemas de
capitalista
Que cualquier esfuerzo por mi propia cuenta.
Agarro tu firma, tu propia escritura; y
mutará en pequeños asteriscos que nunca leerás.
La paga del nuevo vistazo postmoderno,
¿no es irónico que todo producto sea ganancias?
Eso te diría, pero me castigarán si te soy
sincero sin pequeñas mentiras.
Así que al final, tus cosas, mis cosas, no
valen nada en el universo orbitado de egocentristas.
Me desvié como material de potenciales
comercios,
Empecé declarándome tu propietario,
Terminé como cualquier desempleado.
Con manos vacías, cortadas, quemadas;
Ni una moneda para el día siguiente seguir,
Con solo la noción humana de vivir hasta
morir.
Así son las cosas;
Me das, o yo doy,
Y cuando vuelva a verte,
Será que saldes lo que soy.
Principio de economía
Mi querida.
-Ricardo Antonio Mena Madera
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